Fragmento de G.R.A.S.A.
Medialupa. Miércoles, 28 de noviembre 2010.
Nos faltan once gorditos. RAMÓN CRIM.
La desaparición de niños vuelve a saltar a primera plana como lleva haciendo, por un motivo o
por otro, desde hace tiempo en nuestra ciudad. Es un asunto incómodo porque las
desapariciones no son aconteceres espontáneos o fruto de la fatalidad sino que por las extrañas
circunstancias que las rodean me atrevería a decir que más bien son la consecuencia de una
planificación interesada. ¿Por quién? ¿Para qué? Por eso no voy a hablar de estas
desapariciones como hechos, seguramente ilegales, en sí mismos sino que las abordaré como
episodios que tienen una conexión causa efecto con otro hecho singular en esta ciudad. Me
estoy refiriendo a la baja tasa de obesidad infantil cuando las estadísticas nacionales apuntan
hacia una tendencia creciente en el número de niños “gorditos”.
Por razones de la casualidad y que ahora no vienen al caso he sabido que la mayoría de los
niños desaparecidos en el último año en nuestra ciudad eran obesos. La pregunta es obligada,
¿hay conexión entre la baja tasa de obesidad infantil con estas desapariciones denunciadas
aunque escasamente atendidas por las autoridades policiales y políticas? Y otra más ¿es posible
que hayan habido…
La mujer luchaba contra el sueño con todo el interés que le había despertado la noticia pero no
avanzaba del mismo renglón que quedaba sobre la mitad de la columna como un muro
infranqueable. Había leído lo mismo más de diez veces hasta que se sobresaltó por los gritos del
niño. Fue a su habitación y lo encontró sentado en la cama llorisqueando. <> —volvió
a preguntarle. El niño se tranquilizó con el contacto y las palabras de la madre y volvió a
quedarse dormido como un cachorro de perro que acaba de removerse un poco en su territorio
mental sobre la circunferencia de trapo.
El hombre sentado de espaldas frente a la chimenea estaba fumando. No le veía ni las manos ni
los pies ni la cara pero sí se dio cuenta con claridad de que el humo del cigarrillo o del puro
ascendía en contorsión caprichosa por encima de su cabeza. También podría ser humo de pipa.
Antes de quedarse dormido otra vez el niño tampoco contestó a las preguntas de su madre
probablemente porque el miedo que le trajo la pesadilla sucumbió a la fuerza e inmediatez del
sueño. La madre volvió al salón y terminó la noticia que había dejado a medias.
Medialupa.
Miércoles, 28 de noviembre 2010.
Nos faltan once gorditos. RAMÓN CRIM.
Y otra más, ¿es posible que hayan habido más desapariciones en los lugares de alumbramiento
de esta ciudad que tras haber sido camufladas por personal sanitario las circunstancias reales de
cada caso no se hayan denunciado?
Personalmente me he entrevistado con cinco de las familias afectadas. En todas el desaparecido
era un niño “gordito”. Tengo apalabradas otras seis entrevistas con otras tantas familias que
creen que detrás de la ausencia forzada de sus hijos están sucediendo cosas raras —por
supuesto secretas—que no alcanzan a comprender.
La policía declara no tener constancia de todas las desapariciones referidas además de
escudarse en que son casos de disputas familiares e incluso de secuestros de los niños por
parte de alguno de los progenitores. Las autoridades políticas locales dan la callada por
respuesta.
Pese a que no parece existir ninguna investigación oficial en curso este periodista seguirá con la
que este periódico ha puesto en marcha. A partir de este momento me comprometo con la
audiencia de este periódico a seguir trabajando para intentar llegar hasta el final y esclarecer
estas desapariciones vergonzosas en pleno siglo XXI. Intuyo que además de mi recto
compromiso con los lectores voy a necesitar suerte.
La que no tuvo. ¡Pobre
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